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La melodía de la oscuridad, de Daniel Fopiani

Nueve escritores se enfrentarán en la sexta edición de Cartagena Negra para alzarse con el IV Premio Cartagena Negra a la mejor novela del genero publicada en 2019 y al II Premio Icue Negro a la mejor novela negra de un autor novel en este género. Será entonces cuando desvelaremos los nombres de los ganadores, pero mientras llegamos a ese momento os vamos a ir dejando en nuestro blog las reseñas que de esos libros finalistas hicieron en su momento Antonio Parra, Francisco Marin o Manuel Acosta.

Sinopsis LA MELODÍA DE LA OSCURIDAD, finalista del IV Premio Cartagena Negra

Adriano es un hombre acabado, nada queda de aquel aguerrido sargento que sufrió un atentado en Intxaurrondo que le dejó ciego. La explosión le reventó las cuencas oculares y la vida entera: ahora es un monstruo desfigurado, invidente, que vive en Cádiz dependiente de su mujer, Patricia, que apenas soporta la rutina y que, a pesar del profundo amor que siente por su marido, no puede dejar de estar angustiada, además, por el dolor incesante de no haber tenido hijos.


Cuando el teniente Román pide la ayuda de Adriano para encontrar al asesino que aterroriza a la ciudad, él sabe que, a pesar de su ceguera, no podrá negarse. La primera víctima aparece salvajemente mutilada en el museo arqueológico, la segunda en uno de los parques más concurridos. Adriano intuye que el psicópata está emulando los doce trabajos de Hércules. Comienza así una investigación que revelará profundos secretos del miedo, la miseria y el amor humanos.


Reseña

La mirada del alma


Tienen las segundas novelas, sobre todo cuando las primeras han gozado de cierto éxito, un filo envenenado, porque el lector va a estar esperando, deseoso de repetir la experiencia anterior, y eso suele generar un cierto vértigo en los autores, un miedo a la decepción. Pues bien, a Daniel Fopiani el temor no se le ha notado en absoluto, de hecho estamos en condiciones de afirmar que con esta novela ha colmado, de largo, las expectativas más optimistas.


Si la trama de La Carcoma era original e intensa, aquí el autor gaditano se corona, no sólo por la aparición de un asesino dispuesto a recrear los doce trabajos de Hércules, sino por el perfil de un personaje potente, inolvidable, y puede que llamado a quedarse con nosotros durante mucho tiempo. Ése no es otro que Adriano, investigador ciego y retirado de la Guardia Civil tras sufrir un atentado en Intxaurrondo, que intenta sobrevivir a sus propios demonios junto a la incansable Patricia, que ha seguido con él a pesar de su carácter y de todos los pesares.


Lo mejor del personaje, acaso, es que Daniel Fopiani no lo presenta como un investigador al uso, adaptado a su ceguera y lleno de vitalidad, sino como lo que es, un hombre atormentado a quien una bomba de ETA le volteó la vida y la condenó a bailar esa melodía del título, y al que ahora solo le queda la mirada de un alma llena de cicatrices, junto a la que no es fácil vivir, por mucho que cuente con la ayuda de su mujer y de Acho, un perro encantador que hará las delicias de los lectores.


No hay, por tanto, idílicos paraísos, sino un intento de supervivencia, llagas en la conciencia y en al ánimo, tanto en Adriano como en Patricia, e incluso en el teniente Roldán, encargado de la investigación y que no dudará a la hora de pedir la ayuda de su antiguo subordinado, a quien ha sido incapaz de acercarse desde que sufriera el atentado. Como se puede ver, pura vida, pura existencia con aristas, duelos, sombras y muertes, porque en ese universo entra de manera devastadora Alceo, un hombre torturado por el presente tanto como por el pasado, que ha decidido sembrar el pánico por las calles de Cádiz.


Fopiani logra que una novela aparentemente algo breve se convierta en una sucesión de páginas intensas en las que no hay una palabra gratuita, una escena de relleno, una situación transitoria, sin olvidarnos de las cuestiones procedimentales, que han sido tratadas con suma corrección, algo que también es digno de elogiar.


El salto a la segunda novela, pues, ha sido brillante, el autor ha echado el resto construyendo un personaje bueno, tres, para ser más exactos, a los que el lector estará encantado de volver a encontrarse, no sólo por razones más o menos empáticas, sino porque hay facetas de sus vidas que aún estarán deseando conocer. Acaso ése sea uno de los grandes méritos de una novela que en lo criminal también atesora muy buenos momentos. Sirvan estas letras como mensaje para su autor, incluso para su personaje Adriano, a quien desde ahora mismo estamos deseando un pronto regreso.

El autor:

Daniel Fopiani Román (Cádiz, 1990) es sargento de Infantería de Marina y escritor. En 2008 terminó sus estudios de bachillerato ingresando de forma inmediata en las Fuerzas Armadas. Decidió compaginar su deber como militar y la licenciatura de magisterio en la universidad de Puerto Real. Como jefe de los Equipos Operativos de Seguridad de la Armada (E.O.S) ha estado desplegado en el norte de Europa, el golfo Pérsico, el mar Rojo, Turquía, Egipto e Irak.

Fue ganador del Premio Valencia Nova de Narrativa 2017 con La Carcoma, además de contar con múltiples premios literarios en su haber. Escribe activamente para la revista Zenda, forma parte de diversas antologías de relatos, ha colaborado como columnista en varios periódicos de la provincia de Cádiz y ha sido durante más de cinco años director de la revista literaria RSC.

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