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Entrevista a Ana Lena Rivera, autora de "Los muertos no saben nadar"

Acaba de salir a la venta la tercera novela de la escritora Ana Lena, a la que conocimos con “Lo que callan los muertos” (Maeva, 2019), y “Un Asesino en tu sombra”( Maeva, 2020). Ahora regresa a las librerías con “Los muertos no saben nadar” también con la Editorial Maeva , un nuevo caso para Gracia San Sebastián, la investigadora de fraudes que protagoniza sus novelas.

Agradecemos a Ana que haya accedido a contarnos algunas cosas acerca de su última novela y que la conozcamos a ella un poco más.


Cartagena Negra: Buenos días Ana, vamos a comenzar por la faceta más personal por si hay alguien que aún no te conozca ¿Quién es Ana Lena?

Soy escritora, aunque no siempre ha sido así. Llegué a esta profesión de forma tardía después de muchos años en la alta dirección de una multinacional. Leo mucho desde pequeña y mi referente de niña y adolescente era Agatha Christie, pero lo cierto es que me decanté por estudiar una carrera “con salidas”, como decían mis padres, me licencié en administración y dirección de empresas y en derecho, y cuando terminé me puse a trabajar porque no podía permitirme dedicarme a escribir. Me fue muy bien, llegué a un puesto directivo, pero durante esos años, diecisiete, no olvidé que algún día quería cambiar de profesión y convertirme escritora. Para estar lista cuando llegara el momento, me formé en la Escuela de escritores mientras trabajaba, hice muchas cuentas y al final llegó mi oportunidad. Me quedé embarazada, un embarazo tardío, de alto riesgo y tuve que quedarme en casa en reposo domiciliario y ahí dije, esta es la mía: y me puse a escribir. Y aquí estamos.


CN: Gracia San Sebastián es la protagonista de sus tres novelas, ¿siempre había pensado en tener un mismo personaje como protagonista de sus obras o es algo que ha surgido después de editar la primera?


Desde el principio. Escribo lo que me gusta leer y, cuando me enganchan los personajes, siempre quiero más. También tenía claro que, a pesar de que la serie tuviera unos personajes estables, quería que evolucionaran, que su vida avanzara y no volvieran a la casilla de salida con cada nueva novela porque es lo que echo de menos muchas veces en las sagas policíacas que me gustan.

CN: ¿Cómo ha evolucionado este personaje a lo largo de sus libros?


Gracia San Sebastián empieza la serie en un momento muy delicado de su vida: tras la muerte de su único hijo de tres años, ella y su marido abandonan Nueva York y vuelven a Oviedo, la ciudad natal de ella en busca de refugio. Además, la pareja lo está pasando mal porque cada uno gestiona el duelo de forma distinta, pero no hablan de ello. En la primera, Lo que callan los muertos, ella está muy triste, se refugia en su gente y el trabajo. En la segunda, Un asesino en tu sombra, empieza a salir de ese nido que se monta en la primera entrega, a enfrentarse a los problemas de su matrimonio, a relacionarse con más gente y a sentir nuevas ilusiones. En la tercera, Los muertos no saben nadar, se encuentra mucho mejor, es capaz de hablar con los demás de lo sucedido y de empezar a disfrutar de una nueva etapa de su vida, tiene otra vez ilusiones de futuro y está emocionada con colaboración con la policía. Ella se va haciendo más fuerte caso a caso, según va pasando el tiempo e incluso los casos en los que se involucra son cada vez más complejos porque también evoluciona como investigadora, tiene más experiencia y empieza a hacerse un nombre en la profesión.


CN: ¿por qué crear una investigadora de fraudes fiscales y no una detective de homicidios, policía o guardia civil? ¿cree que el mercado está saturado de detectives “al uso”?


En España los detectives no pueden investigar asesinatos, en cuanto encuentran indicios de un delito así, tienen obligación de comunicarlo a la policía. Los detectives en España se dedican fundamentalmente a dos cosas: a lo que se dedica Gracia, que son los fraudes financieros, mutuas, seguros, empresas que creen que algún empleado está falseando las cuentas, etc. Los otros casos que reciben los detectives son averiguar las andanzas de alguien: infidelidades, seguir los pasos de los hijos, localizar familiares con los que se ha perdido el contacto.

Gracia podía haber sido guardia civil o policía, pero quería darle otro enfoque: siempre en mis novelas hay algún tipo de fraude, no solo hay muertos, que también hay, claro está, y en algunas muchos. Quise hacerlo así porque, como sociedad, tendemos a pensar que los delitos económicos son menos delitos que los de sangre, pero en muchos casos van muy relacionados. Alguien que se dedica a blanquear dinero de actividades como el tráfico de armas, la trata de personas o el contrabando de drogas, o el corrupto que hace la vista gorda, son tan parte de la misma mafia y del problema social como el que secuestra a menores para la prostituirlas porque los dos son igualmente imprescindibles para que esos actos horribles que corrompen la sociedad se lleven a cabo.


CN: En sus novelas son muy habituales el costumbrismo y la cotidianeidad y no falta tampoco el humor ¿sigue esta pauta en “Los muertos no saben nadar”?


Mi objetivo es construir personajes reales no clichés, quería huir de los detectives y los policías solitarios, llenos de traumas, asociales, porque la realidad es que la mayoría cuando terminan su trabajo se van a su casa con su familia y tienen una vida ordenada, quedan con amigos o llevan a sus hijos al parque, como cualquier otra persona. Por eso ella tiene a su amiga del alma, a su madre, que es una madre madraza de las de toda la vida, que cocina y cotillea y por eso, el comisario Miralles, está felizmente casado, tiene dos niñas y hasta un perro de aguas juguetón. Son vidas normales porque así son la mayoría de los detectives, los policías y los guardias civiles. Al menos, los que yo conozco.

Intenté dar vida a personajes realistas, no quería crear héroes ni súper villanos ni personajes marginales que poco se parecen a las personas reales. Ese tipo de personajes funcionan muy bien muchas veces y dan lugar a grandes historias, pero el lector no se identifica con ellos porque no son creíbles y yo quería que los lectores vivieran mis historias como si estuvieran dentro de ellas, como si fueran un personaje más.


CN: Una pregunta inevitable para cualquier escritor ¿Cuánto hay de Ana Lena en Gracia San Sebastián?


En algo seguro que se parece, igual que el resto de los personajes porque es inevitable y más siendo las dos mujeres y de la misma ciudad. Estoy convencida de que todos los escritores creamos los personajes con los millones de recuerdos inconscientes: de gente que conocemos, que conocimos, de personajes sobre los que leímos o vimos una serie, hasta de dibujos animados si me apuras y, por supuesto, de nosotros mismo. Todo eso se mezcla en alguna parte del subconsciente y da lugar a los personajes que cada uno crea, y como pasa con los humanos, hay tanta variedad recuerdos como de genes y por eso todos nos parecemos y todos somos distintos.


CN: Oviedo y Gijón son las calles donde transcurren sus novelas ¿se siente cómoda llevando a sus personajes a lugares conocidos?


Ambiento las novelas allí, porque son lugares que para mí tienen muchos recuerdos y emociones asociadas. Creo que es más fácil que emocione al lector si yo misma vibro con lo que escribo que si me es indiferente. Incluso cuando sale de Asturias y recorre ciudades europeas, son ciudades que tienen mucho que ver conmigo, por eso las elijo porque creo que puedo describir las escenas contando mucho menos y transmitiendo mucho más.


CN: ¿Cómo le ha afectado la situación del Covid-19 a la hora de escribir o de preparar la novela? ¿se plantea la posibilidad de situar la acción de alguna próxima novela en la pandemia de 2020?


A la hora de escribir Los muertos no saben nadar no me afectó en nada, yo estoy acostumbrada a trabajar en casa y mantuve bien la concentración. Fue más desconcertante con Un asesino en tu sombra, que acababa justo de salir y no tuve casi oportunidad de encontrarme con los lectores, solo llegué a presentar en Oviedo y en Gijón porque enseguida nos confinaron. No hubo ferias ni festivales ni firmas, así que toda la comunicación con los lectores fue virtual y eso sí que lo hecho de menos.

Podría situar alguna historia en tiempos de pandemia, pero no ahora. Quizá cuando todo termine, porque ahora no me apetece ni escribir ni leer sobre lo que está ocurriendo. Cuando leo ficción es para evadirme, para vivir otras aventuras, no para seguir en bucle en el mismo sitio.


CN: Su primera novela obtuvo el Premio Torrente Ballester y la segunda fue Finalista del Premio Tuber Melanosporum que entrega el Festival Morella Negra com la Trufa. ¿Qué opinión le merecen los premios literarios? y los festivales de novela ¿le parecen un escaparate literario interesante?


Los premios literarios ¿qué voy a contar yo? Yo me presenté al Torrente Ballester (y a otros) igual que cuando compro un billete de lotería, con mucha ilusión y muy poca esperanza de que me toque. Yo no pensaba que fuera viable ganar un premio así con una primera novela, pero no perdía nada: lo envié a concursos, editoriales, agentes… Y, de repente, ocurrió: les gustó mi historia, me eligieron y además, por primera vez se entregó el premio a un autor novel. En el Torrente Ballester, el jurado no sabe quién es el autor porque te presentas con pseudónimo y hasta que no firman el acta con la novela ganadora no se abre el sobre que contiene los datos del autor. Me contaron después que cuando lo abrieron, todos dijeron «¿y esta quién es?» Porque incluso habían intentado adivinar qué escritor conocido podía haber escrito aquella novela.


Los festivales de novela son casi lo que más echo de menos con la pandemia porque nos dan la oportunidad de conectar con lectores en un ambiente distendido, con más tiempo de lo que solemos tener, de hacernos fotos con ellos, de poner cara a las personas que te leen y que nos cuenten lo que les gusta, lo que no, hace la relación entre escritor y lector mucho más cercana. También nos permite llegar a nuevos lectores, claro está y conocernos entre compañeros, compartir experiencias. Deseando que vuelvan los festivales.


CN: Volvamos a la última novela, ¿aquellos que no hayan leído las anteriores pueden leerla sin sentir que se están perdiendo algo o deberían leer antes las dos anteriores?


Los casos son autoconclusivos y muy distintos entre sí. La primera es muy costumbrista con una intriga doméstica en la que no hay ni buenos ni malos. Las dos siguientes son bastante más negras por la naturaleza de los crímenes, sin que ninguna se regodee en la brutalidad.

A lo largo de las historias, la vida de ella continúa, pero hay datos suficientes en cada libro para que el lector la siga y no tenga la sensación de perderse nada.


CN: Cuéntenos brevemente que vamos a encontrar en “ Los muertos no saben nadar” y porque nos la recomendaría.


Los muertos no saben nadar es una novela policíaca que combina momentos de tensión con toques de humor, con mucho ritmo, donde puedes identificarte con los personajes, reales y cercanos y con las relaciones que se establecen entre ellos. Es una novela para devorar, que mezcla temas muy actuales como mafias de tráfico de drogas y personas, blanqueo de dinero y a la vez un misterio tradicional que resolver: el de un cadáver cuyas extremidades empiezan a aparecer en las playas de Gijón, para terminar apareciendo el resto, impecablemente vestido, acostado en el barco de unos conocidos empresarios. Los muertos no saben nadar se puede leer de una sentada porque no deja mal cuerpo, huye de la sordidez y se centra en los aspectos más psicológicos del crimen.


CN: ¿Tiene alguna manía a la hora de escribir?


Tiempo y silencio. Tardo en meterme en la historia y los ruidos me desconcentran, así que tengo que sentarme al ordenador en una habitación tranquila y unas horas por delante.


CN: ¿Qué libros lee Ana Lena? ¿cuál ha sido el último que ha leído?


Pues aprovechando que ahora no estoy escribiendo ahora mismo, estoy con El buen padre de Santiago Díaz Cortés y con El guardián de las flores de Rober H.L.Cagiao. Y el siguiente, en cuanto salga, será La última paloma de Men Marías.


CN: ¿Qué personaje de ficción le hubiera gustado crear?


A Rose, La cocinera de Himmler, de Frank Olivier Gisbert; a Allan Karlsson, El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson, a Escarlata O’hara, Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell. En el género, a miss Marple o a Lisbeth Salander, la protagonista de la trilogía de Stieg Larsson.


CN. ¿hay algún tema del que no escribiría jamás?


Maltrato infantil, no puedo. Estaba leyendo un libro de una autora nórdica, una buena historia, bien escrita, trepidante, pero iba de maltrato infantil y no pude ni llegar a la mitad, me ponía mala.


CN: ¿Cómo ve el panorama literario español? Hay quien dice que hay ya más escritores que lectores…


La gente no ha dejado de leer y, sobre todo, la gente que lee, lee mucho, pero es verdad que hay muchas formas de ocio alternativas a la lectura y que un alto porcentaje de la población no lee nada.

En cifras, se publican por el canal tradicional, en papel, unos 80.000 títulos al año, contando con que, normalmente, un escritor publica un libro al año, pues somos unos cuantos. Además, el sector de la autopublicación crece mucho y, aunque hay algunos autores con mucho tirón entre los lectores, sobre todo hay una gran cantidad de títulos autopublicados que solo llegan a familia y amigos.


CN: La situación actual nos ha hecho cambiar el modo de promoción de los libros. ¿utiliza las redes sociales para mantener el contacto con los lectores? ¿cree que nos podemos acostumbrar al modo on line, con videos en instagram u otras plataformas y que los lectores pierdan la costumbre de acercarse a los escritores en firmas y presentaciones?


Ya utilizaba las redes sociales para estar en contacto con mis lectores y he seguido haciéndolo, claro está, ahora como canal único. Me parece un medio excelente para mantener la relación personal con la gente que me lee, pero no en exclusiva. Echo de menos el contacto directo, las conversaciones cara a cara, las firmas de los libros, los festivales, las rutas literarias… Igual que no es lo mismo quedar con tus amigos por vídeo conferencia, no es lo mismo un directo de Instagram, que una presentación presencial donde te preguntan, charlas, comentas y pasas un buen rato con la gente.


CN. Pues solo nos queda darte las gracias por dedicarnos unos minutos y desearte mucho éxito de ventas con “Los muertos no saben nadar”. Muchas gracias Ana.


Gracias a vosotros.


Y a los lectores os dejamos aquí la sinopsis de la novela. Nosotros nos ponemos a leerla ya.

UNA NUEVA INVESTIGACIÓN DE GRACIA SAN SEBASTIÁN, QUE AHORA COLABORA CON LA POLICÍA En el placer de la brisa del mar y el intenso color a sal... LOS MUERTOS NO SABEN NADAR

En pleno mes de diciembre, en la playa de San Lorenzo de Gijón un niño encuentra el brazo amputado de un hombre en el agujero del muro donde guarda sus tesoros. El brazo pertenece a Alfredo Santamaría, que estaba siendo investigado en la comisaría central de Oviedo por una presunta estafa piramidal. El jefe de la Policía del Principado asigna el caso al comisario Rafael Miralles. Gracia San Sebastián, investigadora de fraudes contratada por la policía para indagar en las finanzas de la víctima, tiene que desentrañar un complejo entramado de blanqueo de dinero en el que interviene un poderoso grupo de mafiosos rumanos sin escrúpulos. En su vida personal, la relación con Rodrigo sigue viento en popa para disgusto de su exmarido, Jorge, que viene de visita desde Estados Unidos para gestionar un ambicioso proyecto empresarial.



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